España cuenta con la fama de ser un país ruidoso, y no es para menos, ya que entorno al 40% de los ciudadanos españoles reconoce abiertamente convivir con ruido en sus hogares, según los datos recogidos por la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) a partir de las últimas estadísticas del INE, con motivo del Día Internacional de Concienciación contra el Ruido. Sin embargo, con un adecuado aislamiento acústico, los españoles podrían reducir hasta en un 70% el ruido de sus hogares, de acuerdo a las estimaciones de Andimac.

Si bien es cierto que eliminar el ruido por completo es prácticamente imposible, un buen aislamiento acústico puede reducir significativamente las molestias, tanto las que padecemos en casa como las que emitimos hacia el exterior. Y es que la falta de aislamientos en los hogares provoca que millones de personas en nuestro país se vean obligadas a soportar niveles de ruido superiores a los 65 decibelios (dB) recomendados durante el día por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Gráfico 1: Niveles de ruido en decibelios

Fuente. Andimac. Elaboración propia a raíz de datos de la OMS

En general, las viviendas construidas antes de 2009 cuentan con deficiencias en materia de aislamiento acústico, ya que ése fue el año en el que entró en vigor el Documento Básico de Protección Frente al Ruido. Para iniciar el proceso de aislamiento en estas casas lo primero es detectar los tipos de ruido que sufre la vivienda, siendo los más comunes los de carácter estructural –producidos por la vibración al arrastrar sillas, por el ascensor, pisadas de vecinos, etc- y los aéreos –provocados por la televisión, el tráfico, etc.-, para después buscar la mejor manera de mitigarlos.

Cómo “ensordecer” las viviendas

Una vez detectados los problemas sonoros en el hogar habrá que aplicar las soluciones más adecuadas. Según la ‘Fotografía del ruido en los hogares’, elaborada por Danosa, en el caso de que el ruido proceda del exterior, algo muy habitual en grandes ciudades como Madrid o Barcelona debido a las importantes congestiones de tráfico, una buena solución es colocar ventanas con doble acristalamiento y cámara de aire intermedia. En cambio, si el ruido procede de la casa contigua lo más recomendable es levantar por el interior de la vivienda un nuevo tabique para evitar así los molestos ruidos vecinales.

Si los ruidos proceden de arriba, el techo es el punto clave a aislar acústicamente. Y para acabar con ruidos provocados al arrastrar mesas y sillas, los dobles techos son una opción, aunque desde Andimac explican que la única manera de acabar con esos ruidos es que los propietarios del piso superior coloquen una solera aislante, una solución fácil de ejecutar pero difícil de materializar, pues depende de la decisión de los “vecinos de arriba”. Y en este sentido, cuanto más cerca del problema se actúe, más eficiente será la solución. En el caso de que queramos mitigar el ruido que nosotros mismos realizamos para nuestro propio bienestar y el de nuestros vecinos lo que debemos hacer es aislar el suelo, consiguiendo también mayor intimidad en nuestra vivienda.

El 30% hace oídos sordos

En el ámbito del confort acústico, el estudio ‘Quiero Vivir Mejor’ -elaborado por Andimac- señala que pese a que gran parte de los españoles convive con ruidos en su casa, el 30% asegura que hace ‘oídos sordos’ a esos sonidos molestos, hasta el punto de que ocho de cada diez se acostumbran o, lo que es peor, se resignan a vivir con las filtraciones sonoras que proceden de las paredes contiguas a las de su hogar y que afectan a su descanso o les impide realizar tareas para las que necesitan concentración, como leer o estudiar. Por ello, aunque perdamos algo de espacio al poner un trasdosado y aislamiento acústico, merece la pena reducir estos ruidos en nuestra vivienda.

Esta pasividad puede tener consecuencias negativas, ya que el ruido es “una amenaza infravalorada”, según la OMS, con la que convivimos y que nos persigue a lo largo de nuestra actividad diaria. Sin embargo, una exposición prolongada al ruido puede afectar a nuestra salud a través de efectos en el sueño, enfermedades cardiovasculares o trastornos relacionados con la audición.