Durante los dos últimos años se ha hablado mucho de los fondos europeos para rehabilitación energética. Ha habido mucho ruido y pocas nueces. Aunque ya hemos visto cómo en 2022 el segmento de fotovoltaica ha experimentado un crecimiento inaudito, o cómo las ventanas o bombas de calor, entre otros, también han visto incrementada de forma desigual la demanda con el viento a favor de estas ayudas.
En 2023 las nueces empezarán a cubrir el suelo. La idea central que me gustaría compartir en este primer post del año es que 2023 va a marcar el camino hacia la configuración de un nuevo mercado. Un cambio del que surgirán ganadores y perdedores, y donde la capacidad de adaptación en muchos casos será, como no puede ser de otro modo, clave.
Nadie puede dudar que los incentivos legales y económicos van a transformar (ya lo están haciendo) la tipología de obras dominantes impulsadas por las familias españolas. Luego llegará el incentivo social, es decir la comparativa entre vecinos, y se iniciará una inercia creciente. Estamos ante el nacimiento de un nuevo modelo de mercado al que pueden acompañar nuevos modelos de negocio.
Si cambia la tipología de obra dominante lo hará el mix de soluciones y productos. Un determinado mix de productos y soluciones centrado en interior de la vivienda puede ceder terreno a un mix centrado en el exterior, orientado la mejora en rendimientos energéticos y, sería de esperar, acústicos. Cobra importancia a todos los niveles el concepto de cesta de la obra, es decir, el mix de productos dominante que satisface la demanda de reforma.
A menudo se dice que el sector de la construcción es uno de los principales beneficiados del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado a través de los fondos europeos. Y es cierto. Pero se trata fondos finalistas cuyo destino está claramente definido. Hay segmentos de actividad que están viendo notables incentivos para su crecimiento. Este movimiento expansivo de unos nichos de actividad puede resultar en reducciones de actividad para otros segmentos. En otras palabras, si la naturaleza de la demanda cambia, los productos que componen la cesta de la obra tradicional también cambiarán. Creo que merece la pena profundizar en esta idea, y que cada cual la valore de acuerdo a sus circunstancias, su posición en la cadena de valor y su tipología de producto y mercado.
Se puede objetar que no se trata de un juego de suma 0, ya que todos sabemos que la obra es contagiosa, pero los recursos de las familias son precisamente más limitados. Y la tasa de ahorro de los hogares tras la acumulación del COVID ya es negativa.
A nivel de industria y distribución puede tener diferentes efectos. En distribución, por ejemplo, muchos modelos de negocio están centrados en atender la demanda clásica de reforma. Es su modelo, su cultura empresarial y comercial. En el segmento de distribución especializada en climatización y calor y frío la posición de partida es mucho más favorable que otros segmentos de distribución. Asiste a un modelo de cambio incremental, sistemas de climatización y ventilación con mejores prestaciones, pero dentro del horizonte natural de operaciones y conocimiento. En el caso de la distribución más especializada en materiales y peso en la reforma interior, el caso puede ser diferente.
En todo caso, si hacemos un acercamiento más próximo a la potencialidad del mercado y su organización, vemos amenazas, retos y oportunidades comunes. De ellas hablaremos en próximos post. Y en cómo tratar de fomentar incrementos de consumo que eviten los riesgos apuntados.